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En la Iglesia Oriental, los íconos no se pintan, se escriben, como si fueran las Sagradas Escrituras. |
Se
preguntarán: ¿y de dónde yo saco esta historia de la creación, tentación y
caída de los ángeles – de los malos, no de los buenos? Como indiqué
anteriormente, lo que escribí no es original. Más bien son extrapolaciones de
las palabras de la Sagrada Escritura y de la visión teológica de los Padres de
la Iglesia y de Santo Tomás de Aquino, según explicadas por Dr. Peter Kreeft y
el R.P. José Antonio Fortea, entre otros.
Sí, hay imaginación en la construcción de la historia,
pero no ha de entenderse la imaginación como una ristra de fábulas. En este contexto,
imaginación se refiere a la construcción
de imágenes mentales como expresión de los conceptos que el intelecto presenta.
O, mejor dicho, la imaginación es el intelecto cuando crea imágenes en nuestra
conciencia.
Si los
conceptos derivan de las verdades de la fe, las imágenes no son falsas, aunque
varíen de persona a persona. Lo que comunican es cierto, aunque los detalles no
sean del todo exactos.
La tarea
humana que más se le asemeja es el arte.
Es por eso que yo me aseguro de incluir alguna reproducción artística con cada
uno de mis ensayos: el arte dice la verdad, aunque no la agota ni la explica en
todo su detalle.
La
narrativa es entonces un arte, iluminada por la fe. Imperfecta, sí pero no
menos cierta. No agota a su sujeto que es Dios y la historia de sus actos, pero
los muestra para nuestro conocimiento.
Y es de ahí de donde yo saco mi historia, de la imaginación informada por la Palabra de Dios.
Espero que
hayan disfrutado la historia de lo
invisible hasta ahora. Ya vendrá más. Gracias por su tiempo y atención.