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Sueño de San Juan Bosco y los Dos Pilares |
Algunos
lectores encontrarán estas páginas un tanto intelectuales, divorciadas tal vez
de lo que está sucediendo en nuestra Iglesia, desde la crisis de abuso sexual
de menores y otras violaciones a las promesas o votos de castidad del clero
diocesano o regular, hasta a la avalancha herética que amenaza ahogar a nuestra
Iglesia.
Sé lo que
está en juego: nuestra vocación cristiana católica de predicar el Evangelio y
proclamar a Cristo por medio del ejemplo, voz y sacramento, en comunión
jerárquica y dogmática con el Papa, los obispos y la Iglesia del pasado.
Sé que en
la Iglesia se encuentra una influyente tribu de eclesiásticos de todo rango que
buscan trastornar la Iglesia de acuerdo a una ideología ajena al Evangelio y a
su Fundador.
Con todos
sus méritos personales, entiendo que el principal responsable de esta debacle
en nuestra Iglesia es aquel que tiene la obligación de gobernarla de acuerdo al
Depósito de la Revelación y al precedente inconmovible de la verdad católica:
nuestro Papa Francisco.
Estoy en
contra de toda innovación ideológica soplando por estos lares. Pero mi solución
no es tomar una pancarta e irme a protestar contra el Papa y esos heresiarcas que
se aprovechan de este momento histórico para hacer sus fechorías.
Mi
resistencia es una teológica. Se nutre de la oración contemplativa, del combate
espiritual y del diálogo cordial y evangélico. Yo echo a un lado mi frustración
e ira justa contra el mal que veo en nuestra Iglesia. Mi deber es ser santo. Si
no logro ser santo, los malos ganarán.
Mi vocación
a la santidad no es única. Es la tuya también. Por eso rezo y espero que estas
pocas páginas te ayuden a alcanzar tu vocación a la santidad ya que de santos
la Iglesia se renueva.
Oremos para que el
Papa Francisco se convierta en el Papa del Sueño de San Juan Bosco.