Hemos visto
ya que Dios no es un meñique. Es el ser más maravilloso que pueda existir. De
hecho, su Ser es su Existencia. Contemplemos brevemente otra cuestión bien importante
en nuestra búsqueda: ¿Se puede Dios contradecir?
Consideremos
a los seres humanos, por ejemplo. Los humanos tendemos a contradecirnos habitualmente.
Muchas veces hacemos lo que no queremos. Otras veces cambiamos información
porque obtenemos información más correcta que queremos comunicar. Otras veces
mentimos, damos información falsa porque, o queremos engañar, o o hacer daño.
Dios no se
contradice porque siempre hace lo que quiere y nunca transmite información
falsa. Por lo tanto, no tiene nada que contradecir.
Pero, ¿y si
Dios pudiera dar información falsa, lo haría? No, porque la Verdad es su
esencia. Si el mintiera, el dejaría de “Ser”. No puede mentir y después
retractarse porque Él no puede Ser y No-Ser simultáneamente. “Ser” es su
Naturaleza y lo segundo, No-Ser, es una nada absoluta. Él no puede no-ser. Él
es el que es. Nosotros los seres humanos nos contradecimos por defecto, pero no
dejamos de existir porque Dios nos mantiene en la existencia. Dependemos de Él
para existir y Él es muy paciente con nosotros.
Uno no puede ser dos. Dos más dos es cuatro, no cinco. Los triángulos siempre tienen tres lados y no cuatro. Un hombre no puede ser mujer por más que se lo crea y lo alteren mediante cirugía, ni viceversa. Nosotros podemos pretender que las contradicciones son reales, pero en verdad no las son