Normalmente los manuales de teología continúan el tema de Dios y de la naturaleza divina con la revelación trinitaria. Pero antes de hablar de ese tema, quiero discutir algo que me parece tiene más prioridad y es el tema de la comunicación divina.
Sabemos que
Dios es un ser personal y que siendo Dios un ser personal, sabemos que Él se
comunica, primero dentro de sí, y luego fuera de sí – esta última comunicación
realizándose en el tiempo y el espacio, es decir, en el orden creado.
Su
comunicación interior revela el orden trinitario. En el orden creado la
comunicación de Dios ocurre de tres formas principales: en las leyes que
gobiernan el cosmos; en la ley moral natural; y en la revelación. La primera es
la provincia de la ciencia empírica que conocemos y con la que estamos más
familiarizados. La segunda es producto de la reflexión filosófica que explica
el origen, carácter y fin de todo ser racional. La tercera forma es a través de
la revelación judeocristiana y exclusivamente dentro de ese marco.
La
reflexión filosófica que les he compartido hasta ahora nos deja en el vestíbulo
del templo de la revelación, pero por sí sola no nos revela al Dios personal de
los profetas de Israel, culminando en su Hijo. El estudio científico de la
naturaleza de las cosas y la reflexión moral son actos de la razón, sin ayuda
de la fe. Es la fe, vista como un acto en que la criatura racional se abandona
al Dios que revela, la que comunica a la razón hechos factibles hacer de Dios.
Esa misma fe es también un don sobrenatural gratuito. Proviene de Dios y nos lleva a Dios.
Es la fe lo
que nos comunica la naturaleza íntima de Dios. Esta será nuestro próximo tema.